Una vendedora ambulante en Kenscoff, Haití, permanece bajo protección oficial tras un hecho que se estremeció a la comunidad.
En Kenscoff, una pequeña localidad montañosa al sureste de Puerto Príncipe, se desató una situación que ha conmocionado a la población: al menos 40 presuntos miembros de una banda criminal perdieron la vida tras consumir empanadas contaminadas, conocidas como patés, vendidas por una vendedora ambulante haitiana.
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Desde principios de año, la comunidad vivía atemorizada por la presencia de un grupo armado que imponía su dominio con violencia, extorsiones y saqueos. En ese contexto, la vendedora decidió actuar por su cuenta, admitiendo que contaminó sus productos con aceite de oruga, un pesticida agrícola, en un acto desesperado para acabar con la violencia que azotaba el pueblo.

El resultado fue trágico: todos los que ingirieron las empanadas colapsaron poco después. La policía acudió al lugar y encontró los cuerpos sin vida de los supuestos pandilleros. La mujer fue detenida y actualmente se encuentra bajo protección oficial, ante posibles amenazas y represalias.
Este incidente ha generado reacciones divididas en Haití. Algunos ven en la acción una medida desesperada ante meses de sufrimiento, mientras que organizaciones de derechos humanos llaman a investigar el caso conforme a la ley. Hasta ahora, la identidad de la vendedora no ha sido revelada y se desconocen posibles cargos en su contra.
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La situación refleja la gravedad del deterioro de la seguridad en zonas rurales como Kenscoff y el vacío institucional que lleva a las comunidades a recurrir a medidas extremas. El gobierno haitiano enfrenta ahora preguntas sobre cómo mejorar la seguridad y fortalecer el estado de derecho en estas regiones.
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